domingo, 1 de mayo de 2011

Fragmento Desfragmentado

Las cosas van repitiendose todo el tiempo como si mi cuerpo fuera una maquina de boleto. Aquello es un perro? Eso una planta? Lo otro una piedra? Nunca me basto con entender que la piedra tenga siempre que estar ahí estática y fría, o que un perro se comunique moviendo la cola. Lo peor es que no puedo entender nada, y más en estos lugares donde uno no es capaz de interpretar nada. Porque somos como ese pasto que crece en el vértice mismo cuando el territorio que era tan solo de arena o de tierra se convierte en piedra, donde todo el mundo cree que se enamora y desenamora al instante, como si no pasara nada y, al rato están comiendo hamburguesas y fumando un cigarrillo y haciendo el amor con otro sin regalar el tiempo, sin observar como el viento transforma el cielo y el mar se agranda cada vez más. Y cuando llegamos a la casa no necesitamos ventanas porque ya lo vimos todo y no hay televisión que nos distraiga, ni ropa que nos diferencie del resto. Y nos reímos y nos miramos felices todo el tiempo, aunque no haya sitio para poner nada, ni siquiera algunos recuerdos apilados por ahí. Y nadie me discute si quiero tomar cerveza todo el día o comer pizza todo el tiempo o si soy capaz de salir en remera cuando hace frio a caminar por ahí escuchando a Lennon, ni yo me lo reprocho por más que no esté haciendo nada en el mismo instante en el que el mundo se cae en otro lado o acá cerca mismo. Y el mundo es tan importante como uno, porque uno camina sobre él, y fuma, y come hamburguesas y escucha a Lennon y hace el amor sobre él y, siento culpa de que ya no me importe. Y es entonces cuando este exilio de la mente me pesa como todos los años sin vos, como me pesan todos los lugares donde quise estar y no estuve, y todas las cosas que quise tener y no tuve, y todos los recuerdos, y todas las personas, ahi entonces me doy cuenta que también estoy cayendo junto a ese mundo queriendome ordenar como a un bolso antes de una mudanza, y te pongo en este lado a vos y del otro al trabajo, y por allá el amor, y mi visión del mundo, y allí la moral y mi viaje al norte y un par de libros que nunca voy a leer.


Acá no existen libros que me enseñen a vivir de esa manera tan extraña como algunos viven y, hay quienes me dicen que no sea tan idealista, que me saque algunos apellidos importantes de mis pensamientos a la hora de suponer algo. Pero cuando no estás y te perdes por detrás de aquella multitud siento que mi angustia no se llama solamente angustia, sino tambien amor y, de repente cuando ya no te veo aparece tu fragancia para darle cuerda a mis sentimientos y empezas a nacer de nuevo como un discurso lleno de adjetivos y verbos entristeciéndome, ya sin verte de lejos, sin ese lente magnifico e imaginario que aparece algunas veces y nos da la ilusión como un alivio de ver algo cuando en realidad lo único que se figura es una silueta cualquiera, recientemente difusa que se ha hundido permanentemente en el espacio.

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