martes, 7 de junio de 2011

La Pura Verdad (de Paco Urondo)

Si ustedes lo permiten,

prefiero seguir viviendo.

Después de todo y de pensarlo bien,

no tengo motivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria:

nada importante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles;

enamorado de las cosas de este mundo

con inconsciencia y dolor y miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido

la imperdonable alegría;

tuve sueños espantosos

y buenos amores,

ligeros y culpables.

Me averguenza verme cubierto de pretensiones;

una gallina torpe, melancólica, débil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,

caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora,

sin darme cuenta,

voy iniciando una madurez equilibrada,

capaz de enloquecer a cualquiera oaburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente;

mi memoria ha muerto y se queja con otros dioses varados

en el sueño y los malos sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,

pero lo he derrotado para siempre;

sé que futuro y memoria se vengarán algun día.

Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la Cenicienta,

aunque algunos me recuerden con cariño o descubran mi zapatito

y también vayan muriendo.

No descarto la posibilidad de la fama y del dinero;

las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado

por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud

y en mi destino y en la buena suerte:

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido y acariciado,

golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;

compartir este calor, esta fatalidad que quieta no sirve y se corrompe.

Puedo hablar y escuchar la luz y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza, nacer con cada temblor gastado en la huida.

Tropiezos heridos de muerte; esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sostener esta victoria, este puño; saludar, despedirme.

Sin jactancias puedo decir que la vida es lo mejor que conozco.

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